El acento al hablar idiomas extranjeros está relacionado con las representaciones silábicas que han integrado las personas durante el aprendizaje de una o más lenguas en la infancia, y la utilización decreciente de las áreas del cerebro dedicadas a esas operaciones.
Estas son algunas de las conclusiones de un estudio divulgado por el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), que subraya que los niños bilingües antes de los cinco años son los que mejor pueden aprender las representaciones silábicas de dos idiomas, y evitar el acento de uno de ellos al hablar el otro.
"Cuando el cerebro realiza la misma operación de forma repetida, acaba por habituarse y las áreas asociadas a esta operación se activan cada vez menos", señala en un comunicado el CNRS al dar cuenta de la investigación, realizada por el laboratorio de psicología cognitiva de la Universidad de Provenza Aix-Marsella.
Esa inactividad, ubicada de forma preponderante en el lóbulo frontal izquierdo, queda reflejada en las resonancias magnéticas a que se sometieron individuos monolingües en francés a los que se les hacían repetir secuencias que comprendían sílabas repetidas.
Los científicos también examinaron la reacción de dos grupos de individuos bilingües, uno en el que habían aprendido un segundo idioma después de los 12 años, y que estaban influidos por la frecuencia de las sílabas propias de su lengua materna al repetir en voz alta unas secuencias fonéticas.
Por el contrario, los bilingües precoces (ante de los cinco años) no están determinados por la frecuencia silábica de una de las dos lenguas, sino por aquella que utilizan en cada momento.
La teoría que hay detrás es que cuanto más frecuente es una sílaba en una lengua, más fácil y más rápidamente es pronunciada por sus locutores.
Leer estudio original en francés: CNRS
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